La corona de oro sólido de 22 quilates, de 360 años de antigüedad, tiene 444 joyas y piedras preciosas, incluyendo valiosos zafiros, rubíes y amatistas, y mide más de 30 centímetros y pesa casi 2,23 kilos.
En este artículo, descubre la historia detrás de esta singular corona, desde su origen en 1661 hasta su uso por la reina Isabel II en 1953 y el papel en la coronación de Carlos III.
Origen y diseño de la corona de San Eduardo
La corona de San Eduardo fue creada en 1661 por encargo del rey Carlos II, y toma su nombre de una versión mucho más antigua que pertenecía al rey y santo anglosajón Eduardo el Confesor. Esta versión fue representada en el famoso Tapiz de Bayeux, tejido en el siglo X.
La corona original de Eduardo fue fundida con otros tesoros reales por la facción parlamentaria de Oliver Cromwell en la década de 1600, después de la ejecución del rey Carlos I.
Tras la muerte de Cromwell y el regreso de la monarquía, el rey Carlos II comisionó un nuevo juego de joyas reales, incluyendo la corona de San Eduardo y una nueva corona de Estado.
Características de la corona de San Eduardo
La corona de San Eduardo tiene 444 joyas y piedras preciosas, incluyendo valiosos zafiros, rubíes, amatistas y topacios, aunque la mayoría son aguamarinas de color azul claro y verde azulado. Están incrustadas en monturas de esmalte y oro.
La corona tiene cuatro cruces con flor de lis y dos arcos que se cruzan en el centro, y en la parte superior hay una cruz cubierta de joyas, con abalorios que cuelgan, y un orbe que representa el mundo que abarca el reino del monarca.
La banda de la corona está hecha de armiño blanco y tiene cuatro cruces con flor de lis y dos arcos que se cruzan en el centro.
Uso de la corona de San Eduardo
La corona de San Eduardo solo se usa en ceremonias de coronación, y la última vez que fue lucida fue por la reina Isabel II en su coronación en 1953.
Antes de eso, la corona había quedado relegada durante más de 200 años, aunque se había visto en muchas ceremonias como parte del despliegue real.
La corona fue restaurada por el rey Eduardo VII en 1902, quien ordenó incrustar las piedras en la corona de forma permanente, incluyendo decenas de aguamarinas. Desde entonces, fue usada en las coronaciones de Jorge V, Jorge VI y la reina Isabel II.
La coronación del rey Carlos III
El 6 de mayo, el rey Carlos III fue coronado con la corona de San Eduardo. Aunque Carlos se convirtió en rey inmediatamente tras el fallecimiento de su madre, la coronación es un rito antiguo que simboliza el inicio de su reinado.
La corona fue puesta sobre su cabeza como parte de un ritual que se remonta a siglos atrás. Sin embargo, la llevó menos de una hora y jamás la volverá a usar.
Después de la ceremonia, la corona de San Eduardo regresó a la Torre de Londres en donde reposa a la espera del siguiente monarca de Inglaterra.
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